domingo, 17 de enero de 2010

Arquitectura escolar

Las personas de formación autodidacta tenemos una extraña forma de aprender. Lo hacemos con la piel, con la carne, con los sentidos. Aprendemos como si hacerlo fuera amar, y en realidad lo es. Se trata del único acto de amor en el que cuanto damos se nos devuelve aumentado con creces, multiplicado, fértil hasta la muerte. Es una forma de entrar en el saber que, aunque poco académica, me parece bastante simpática.

Por ejemplo, yo aprendo mucho en los bares que frecuento de la gente a la que allí conozco. Con sinceridad les diré que no recuerdo, de los tiempos en que era niña –por tanto, en edad de recibir conocimientos– y acudía a las iglesias, a nadie que me enseñara nada que me interesara y hoy pueda recordar. Nada y nadie, ni entre la tripulación ni entre el pasaje.

En los bares, sí. En el de mi esquina barcelonesa, en una pausa acosada –la pausa, y un poco yo– por los días de las últimas fiestas, me enrollé con un vecino de barra. Hablamos de política, naturalmente. Y él observó: “Todo está en la educación”. El hombre me dijo su nombre, Marc Cuixart, arquitecto, y dijo ser nieto de Josep Goday Casals, un nombre que daba vueltas en mi cabeza y que él tuvo la gentileza de situar: el creador de la arquitectura escolar que tanto enriqueció a Barcelona desde la Mancomunitat hasta la República. Hablamos de aquella concepción de la educación, enraizada en el noucentisme, que consideraba al niño como lo más importante de la escuela, y a ésta, como un espacio público de integración del niño en la sociedad a través del descubrimiento de sí mismo y de su formación completa como ser humano, merced al conocimiento y al desarrollo de sus posibilidades.

Antes de marcharse, Marc Cuixart me prometió un libro. Y éste –que recibí a los pocos días, con un “Visca l’Educaciò!” en la dedicatoria– resultó uno de los mejores regalos que he recibido en los últimos años. Su título es largo: Josep Goday Casals. Arquitectura escolar a Barcelona de la Mancomunitat a la República, y su tamaño, contundente. Su contenido, exhaustivo. Vio la luz hace dos primaveras, e Ignacio Vidal-Folch le dedicó un hermoso artículo en este periódico (El arquitecto ‘noucentista’, 17 de mayo de 2008). Yo me encontraba por entonces en Beirut, y se me pasó tanto lo uno como lo otro. Pero encontré el conocimiento en un bar, y lo quiero compartir con ustedes, lectores de toda España, porque sé que en otras comunidades cuentan también –eso espero– con un pasado remoto tan rico como el que se conmemora en este libro y, seguramente, por desgracia, con hombres tan olvidados como este arquitecto, que falleció de un infarto en otro mes de mayo, el de 1936, cuando tenía poco más de 50 años. Se ahorró la Guerra Civil, pero ésta y la dictadura pasaron por encima de su nombre dejando su pútrida hojarasca.

El libro la ventea. En sus páginas me he encontrado con el complemento indispensable que la autodidacta que soy había amontonado con desorden, a golpe de sentimientos. ¿Cómo? Leyendo obras anteriores sobre esa forma de enseñar que se implantó en Cataluña, la enseñanza pública municipal de calidad, algo de lo que yo me sentía orgullosa y que sabía que había perdido, no cuando era niña, sino cuando crecí. Mientras fui niña pensé que me habría gustado estudiar en colegios; más tarde aprendí que de buena me libré, yendo apenas a escuelas, durante el franquismo. Pero siempre, siempre, la vecinita del Raval que era yo, cuando caminaba cerca del grupo escolar Collasso i Gil, que delicadamente cerca la iglesita románica de Sant Pau del Camp, me acercaba a sus muros y pasaba la mano, acariciándolos, pensando que dentro se encontraban niños más afortunados que yo, niños que podían aprender.

De la magnífica iniciativa municipal de aquellos años previos a nuestra guerra y nuestra posguerra quedan en pie, y en funcionamiento, casi todas las muestras de esa arquitectura para la civilidad que hoy ya no se concibe. Queda también el desafío de educar ciudadanos, algo que una simple asignatura no resuelve.

En todo caso, la memoria de Josep Goday Casals y de su copiosa obra vive en este libro y en sus generosas imágenes.

Maruja Torres (El País Semanal; 17/01/2010)

http://www.elpais.com/articulo/portada/Arquitectura/escolar/elpepusoceps/20100117elpepspor_1/Tes

domingo, 10 de enero de 2010

Miserable decisión

Madrid se suma a Murcia y a la Comunidad Valencia en sus críticas al programa 'Escuela 2.0'

10/01/2010 - Martín Oñate

Sólo tres regiones han puesto reparos a sumarse al plan 'Escuela 2.0'. A la oposición manifestada por la Comunidad Valenciana y Murcia se suman ahora las críticas del Ejecutivo madrileño, que no ve con buenos ojos -nunca mejor dicho- el modelo de ordenador elegido para ser distribuido entre los escolares de quinto de Primaria, pues considera que el uso continuado de estos ultraportátiles puede causar problemas de salud a los menores, según avanzó la cadena SER.

Ya el pasado mes de diciembre, el consejero de Educación del gabinete de Francisco Camps justificó su negativa a adherirse al programa por contemplar éste el reparto de equipos informáticos con pantallas de 10 pulgadas, que podían "provocar la miopización de muchos niños".

Ante tales argumentos, el ministro Ángel Gabilondo respondió irónicamente que el resto de territorios que sí cofinanciarán el desarrollo del programa "deben de tener una teoría distinta sobre la miopía", lo que no impidió que después Murcia y ahora Madrid expresaran sus objeciones. Al parecer, el reducido tamaño de los dispositivos podría causar "problemas visuales y ergonómicos" a los estudiantes, afirmación que, sin embargo, desmienten otros responsables en materia educativa. La consejera madrileña Lucía Figar dejó clara su postura: "Estos miniordenadores -dijo- no son los más adecuados". Bajo la premisa de buscar el bienestar de sus alumnos y no actuar de acuerdo a posiciones partidistas o políticas, el Gobierno de Esperanza Aguirre ha pedido que el plan se aplique de forma escalonada y sea voluntario.

Su rechazo haría que Madrid perdiera los 11 millones de euros que tenía consignados por parte del Ministerio para la puesta en marcha del plan, según informó El País, un montante que, junto a otra cantidad similar que debía aportar la comunidad, serviría para adquirir los ordenadores destinados a los escolares de Primaria y sus maestros, la instalación de conexiones wifi en los colegios, y la dotación de pizarras digitales y proyectores en las escuelas. El rotativo da por perdidos los fondos tanto en éste como en los casos de Valencia y Murcia, pues los convenios de colaboración pertinentes habrían de haberse firmado antes de de finalizar 2009.

Los 'equipos de la discordia' tienen una pantalla de 10 pulgadas, una resolución de 1024x600 píxeles y pesan de un kilo a un kilo y medio. Estas características han motivado las críticas de Figar, quien reclamó dispositivos "que garanticen una adecuada postura del alumno y con una pantalla más amplia". Sin embargo, aunque el ministerio fija unos requisitos mínimos, cada comunidad puede adquirir versiones mejoradas de los ordenadores que distribuirá entre sus estudiantes, lo que, sin embargo, no obliga al Estado a aumentar la partida económica en el caso de que una comunidad opte por comprar máquinas más costosas.

http://www.andaluciaeduca.com/actualidad/vernoticia.php?id=26000