miércoles, 15 de mayo de 2013

Nueva etapa


           Han pasado tres años desde que el blog de la AMPA del Colegio Pérez Villanueva dejase de introducir informaciones en sus páginas. 

           La nueva Junta Directiva, nos ha pedido, a los miembros de la que puso en marcha esta aventura bloguera, la posibilidad de dar continuidad a lo que ya, en su día, se fue insertando, mediante nuevas entradas que lo vayan dinamizando y modelando en función de las nuevas situaciones y vivencias que vayan saliendo al paso.

            Dejamos una reseña de la composición de aquella Junta Directiva:

            El 25 de octubre de 2007, tras renovarse los cargos de Tesorero, Secretario, Vicepresidente y Vocal 3º, la nueva Junta Directiva de la AMPA quedó compuesta por:

PRESIDENTE                                Francisco Fernández Fernández
VICEPRESIDENTE                        Fulgencio Hernández
SECRETARIO                               Santos López Giménez (COAUTOR DEL BLOG)
TESORERO                                  Juan Francisco García Corbalán
VOCAL 1º                                     Mª del Mar Lozano López
VOCAL 2º                                     Juan Antonio Carmona de Maya
VOCAL 3º                                     Esperanza Fuensanta Martínez Valero
VOCAL 4º                                     Maravillas Ruiz del Amor
VOCAL 5º                                     Matilde Beteta Heredia
COAUTORA DEL BLOG:               Soledad Giménez Gambín

Nuestros mejores deseos para esta nueva etapa que ha de seguir el blog, el blog de todas y todos; del presente, del pasado y del futuro.

domingo, 17 de enero de 2010

Arquitectura escolar

Las personas de formación autodidacta tenemos una extraña forma de aprender. Lo hacemos con la piel, con la carne, con los sentidos. Aprendemos como si hacerlo fuera amar, y en realidad lo es. Se trata del único acto de amor en el que cuanto damos se nos devuelve aumentado con creces, multiplicado, fértil hasta la muerte. Es una forma de entrar en el saber que, aunque poco académica, me parece bastante simpática.

Por ejemplo, yo aprendo mucho en los bares que frecuento de la gente a la que allí conozco. Con sinceridad les diré que no recuerdo, de los tiempos en que era niña –por tanto, en edad de recibir conocimientos– y acudía a las iglesias, a nadie que me enseñara nada que me interesara y hoy pueda recordar. Nada y nadie, ni entre la tripulación ni entre el pasaje.

En los bares, sí. En el de mi esquina barcelonesa, en una pausa acosada –la pausa, y un poco yo– por los días de las últimas fiestas, me enrollé con un vecino de barra. Hablamos de política, naturalmente. Y él observó: “Todo está en la educación”. El hombre me dijo su nombre, Marc Cuixart, arquitecto, y dijo ser nieto de Josep Goday Casals, un nombre que daba vueltas en mi cabeza y que él tuvo la gentileza de situar: el creador de la arquitectura escolar que tanto enriqueció a Barcelona desde la Mancomunitat hasta la República. Hablamos de aquella concepción de la educación, enraizada en el noucentisme, que consideraba al niño como lo más importante de la escuela, y a ésta, como un espacio público de integración del niño en la sociedad a través del descubrimiento de sí mismo y de su formación completa como ser humano, merced al conocimiento y al desarrollo de sus posibilidades.

Antes de marcharse, Marc Cuixart me prometió un libro. Y éste –que recibí a los pocos días, con un “Visca l’Educaciò!” en la dedicatoria– resultó uno de los mejores regalos que he recibido en los últimos años. Su título es largo: Josep Goday Casals. Arquitectura escolar a Barcelona de la Mancomunitat a la República, y su tamaño, contundente. Su contenido, exhaustivo. Vio la luz hace dos primaveras, e Ignacio Vidal-Folch le dedicó un hermoso artículo en este periódico (El arquitecto ‘noucentista’, 17 de mayo de 2008). Yo me encontraba por entonces en Beirut, y se me pasó tanto lo uno como lo otro. Pero encontré el conocimiento en un bar, y lo quiero compartir con ustedes, lectores de toda España, porque sé que en otras comunidades cuentan también –eso espero– con un pasado remoto tan rico como el que se conmemora en este libro y, seguramente, por desgracia, con hombres tan olvidados como este arquitecto, que falleció de un infarto en otro mes de mayo, el de 1936, cuando tenía poco más de 50 años. Se ahorró la Guerra Civil, pero ésta y la dictadura pasaron por encima de su nombre dejando su pútrida hojarasca.

El libro la ventea. En sus páginas me he encontrado con el complemento indispensable que la autodidacta que soy había amontonado con desorden, a golpe de sentimientos. ¿Cómo? Leyendo obras anteriores sobre esa forma de enseñar que se implantó en Cataluña, la enseñanza pública municipal de calidad, algo de lo que yo me sentía orgullosa y que sabía que había perdido, no cuando era niña, sino cuando crecí. Mientras fui niña pensé que me habría gustado estudiar en colegios; más tarde aprendí que de buena me libré, yendo apenas a escuelas, durante el franquismo. Pero siempre, siempre, la vecinita del Raval que era yo, cuando caminaba cerca del grupo escolar Collasso i Gil, que delicadamente cerca la iglesita románica de Sant Pau del Camp, me acercaba a sus muros y pasaba la mano, acariciándolos, pensando que dentro se encontraban niños más afortunados que yo, niños que podían aprender.

De la magnífica iniciativa municipal de aquellos años previos a nuestra guerra y nuestra posguerra quedan en pie, y en funcionamiento, casi todas las muestras de esa arquitectura para la civilidad que hoy ya no se concibe. Queda también el desafío de educar ciudadanos, algo que una simple asignatura no resuelve.

En todo caso, la memoria de Josep Goday Casals y de su copiosa obra vive en este libro y en sus generosas imágenes.

Maruja Torres (El País Semanal; 17/01/2010)

http://www.elpais.com/articulo/portada/Arquitectura/escolar/elpepusoceps/20100117elpepspor_1/Tes

domingo, 10 de enero de 2010

Miserable decisión

Madrid se suma a Murcia y a la Comunidad Valencia en sus críticas al programa 'Escuela 2.0'

10/01/2010 - Martín Oñate

Sólo tres regiones han puesto reparos a sumarse al plan 'Escuela 2.0'. A la oposición manifestada por la Comunidad Valenciana y Murcia se suman ahora las críticas del Ejecutivo madrileño, que no ve con buenos ojos -nunca mejor dicho- el modelo de ordenador elegido para ser distribuido entre los escolares de quinto de Primaria, pues considera que el uso continuado de estos ultraportátiles puede causar problemas de salud a los menores, según avanzó la cadena SER.

Ya el pasado mes de diciembre, el consejero de Educación del gabinete de Francisco Camps justificó su negativa a adherirse al programa por contemplar éste el reparto de equipos informáticos con pantallas de 10 pulgadas, que podían "provocar la miopización de muchos niños".

Ante tales argumentos, el ministro Ángel Gabilondo respondió irónicamente que el resto de territorios que sí cofinanciarán el desarrollo del programa "deben de tener una teoría distinta sobre la miopía", lo que no impidió que después Murcia y ahora Madrid expresaran sus objeciones. Al parecer, el reducido tamaño de los dispositivos podría causar "problemas visuales y ergonómicos" a los estudiantes, afirmación que, sin embargo, desmienten otros responsables en materia educativa. La consejera madrileña Lucía Figar dejó clara su postura: "Estos miniordenadores -dijo- no son los más adecuados". Bajo la premisa de buscar el bienestar de sus alumnos y no actuar de acuerdo a posiciones partidistas o políticas, el Gobierno de Esperanza Aguirre ha pedido que el plan se aplique de forma escalonada y sea voluntario.

Su rechazo haría que Madrid perdiera los 11 millones de euros que tenía consignados por parte del Ministerio para la puesta en marcha del plan, según informó El País, un montante que, junto a otra cantidad similar que debía aportar la comunidad, serviría para adquirir los ordenadores destinados a los escolares de Primaria y sus maestros, la instalación de conexiones wifi en los colegios, y la dotación de pizarras digitales y proyectores en las escuelas. El rotativo da por perdidos los fondos tanto en éste como en los casos de Valencia y Murcia, pues los convenios de colaboración pertinentes habrían de haberse firmado antes de de finalizar 2009.

Los 'equipos de la discordia' tienen una pantalla de 10 pulgadas, una resolución de 1024x600 píxeles y pesan de un kilo a un kilo y medio. Estas características han motivado las críticas de Figar, quien reclamó dispositivos "que garanticen una adecuada postura del alumno y con una pantalla más amplia". Sin embargo, aunque el ministerio fija unos requisitos mínimos, cada comunidad puede adquirir versiones mejoradas de los ordenadores que distribuirá entre sus estudiantes, lo que, sin embargo, no obliga al Estado a aumentar la partida económica en el caso de que una comunidad opte por comprar máquinas más costosas.

http://www.andaluciaeduca.com/actualidad/vernoticia.php?id=26000

domingo, 27 de diciembre de 2009

Pobreza, crisis y Navidad

Pobreza, crisis y Navidad
Comunidades Cristianas Populares de Zaragoza


Eclesalia

Las Comunidades Cristianas Populares de Zaragoza, queremos trasladar a la sociedad nuestra opinión sobre la situación actual, en que la pobreza y el futuro incierto afectan cada día a más personas, producto de una crisis que no sólo es financiera sino de todo un modelo económico. Lo hacemos en un marco navideño de luces y guirnaldas utilizadas como maquillaje para la crisis y manipulación de la esencia de la Navidad.

Consideramos que es necesario centrar la atención en las personas que están siendo victimas de las crisis. La situación económica afecta a toda la sociedad, pero de manera muy especial a quienes menos tienen, a las personas más desprotegidas. Ahí están quienes han perdido su empleo y no se resignan a vivir de subsidios; los inmigrantes, en los que se basa buena parte de nuestra calidad de vida, las mujeres, especialmente las que tienen cargas familiares e intentan sobrevivir desde la economía sumergida; los jóvenes, cegados cuales luciérnagas por los focos del consumo y la inmediatez, y hoy sufriendo el desempleo y la baja cualificación, que dificultará más su integración laboral y social.

Y otras personas que cada uno tenemos presentes, porque es importante que pongamos rostro a estas situaciones de precariedad vital. Un catorce por ciento de los aragoneses (185.769 personas) viven por debajo del umbral de la pobreza. Sólo este dato nos debería llevar a una seria reflexión, (y acción), sobre la sociedad que estamos construyendo.
Pero ni está es la única crisis ni la sufrimos solos. La “crisis financiera” no hace sino evidenciar otras crisis más profundas del actual modelo económico, sobre las que se quiere pasar de puntillas pero que condicionan la vida de miles de millones de personas (de hecho dos terceras partes de la humanidad viven en permanente crisis).Nos referimos a la crisis alimentaria, a la falta de agua potable, al despilfarro energético y a la sobreexplotación de los recursos de nuestro planeta.

Como muestra, ahí están los datos del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, según los cuales hemos conseguido un record vergonzante: este año hay en el mundo más personas hambrientas que nunca, serán más de 1.020 millones y mientras la ayuda humanitaria se sitúa actualmente en “un mínimo histórico”, su nivel más bajo en 20 años.
Lo más sorprendente, e indignante, es que según ese organismo, con “menos del 1%” de las inyecciones económicas que han hecho los gobiernos para salvar al sistema financiero global, se podría resolver el desastre de millones de personas que son víctimas de la hambruna.
Estas crisis no son un hecho natural o casual. Son las consecuencias de una economía que en vez de centrarse en el beneficio de la sociedad y las personas ( que era su finalidad original), se ha centrado en la acumulación, en la riqueza en sí misma, en la especulación, sin importar las consecuencias personales, medioambientales o planetarias; creando una situación realmente injusta, para hoy y para el futuro. Un ejemplo: según la OCDE, entre 1995 y 2005, las empresas españolas aumentaros sus beneficios en un 73%; los costes laborales crecieron un 3,7%; y los salarios perdieron un 4% de poder adquisitivo.

Las Comunidades Cristianas Populares de Zaragoza, consideramos que este tiempo de Navidad es un buen momento para la reflexión y la acción. Como creyentes celebramos que Dios se hace presente en este mundo con una opción preferencial por los pobres (fue a unos pastores a quienes primero se les anunció y quienes acudieron a acompañar a Jesús, nacido en un simple establo). Hoy, esa opción por los pobres y sencillos, continúa siendo elemento central a la hora de abordar la situación de crisis.

No compartimos la actual deriva de la celebración de Navidad, como tiempo de consumo y despilfarro, expresión de ese modelo económico basado en el individualismo y el consumo desaforado; insostenible e injusto. Sólo hace falta ver la publicidad de algún centro comercial “Estas navidades no te prives de nada”, o “Lujo para todos”. De ahí la necesidad de revisar nuestra actitud ante la crisis y reafirmar nuestro compromiso con las victimas, pues parece que hay mucho interés en que realmente nada cambie.

En estos momentos es imprescindible, reflexionar y hacer propuestas, pensando en las causas que han generado la situación actual. No basta con operaciones de maquillaje. Se trata de salir de la crisis financiera, pero sin olvidar que el problema central es cómo resolver los problemas de la humanidad. Por ello las soluciones han de tener presente lo concreto y local, pero también al conjunto de la humanidad, desde una visión del bien común, de las personas de hoy y también de las que vendrán, y eso pasa por resituar el papel de la economía, dando prioridad al trabajo sobre el capital y a la economía real sobre la especulativa.

Navidad es tiempo de Esperanza, por eso queremos impulsar nuestras actuaciones para contribuir a lograr esa sociedad más justa, a la que aspiramos. Tenemos una responsabilidad como ciudadanos, de exigir soluciones pensadas globalmente, con actuaciones concretas, sin pérdidas de derechos. Es fundamental tomar conciencia de nuestro protagonismo socio-económico; y concebir la participación ciudadana como un derecho irrenunciable. La democracia económica no puede ser responsabilidad exclusiva de las instituciones públicas ni de los políticos. Nosotros y nosotras hacemos economía todos los días. Se trata de actuar en consecuencia con nuestros valores. Es con nuestro dinero, poco o mucho, en el que se sustentan determinadas prácticas bancarias que consideramos injustas y que es preciso cambiar.

Es tiempo de tejer alianzas, desde la responsabilidad social de las personas. Cada uno tiene su papel que desempeñar; es preciso volver a insistir en la participación ciudadana en las distintas organizaciones y plataformas sociales; pues la salida a la crisis o pasa por lo comunitario, lo social y la cooperación, o estaremos abocados a su repetición.

Desde Comunidades animamos a profundizar en otro estilo de vida y de consumo. Frente a la tentación de que nada cambie y siga la fiesta del consumo esta la opción de planteamientos más austeros y solidarios, “vivir sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir”, pues mientras sigamos viviendo como vivimos, otros seguirán muriendo como mueren.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

domingo, 20 de diciembre de 2009

Televisión para niños

Es el mejor "canguro": sale barato e hipnotiza a los pequeños. Así que los padres confían en la 'tele' y la 'tele' piensa ante todo en la publicidad. La familia y la escuela pesan poco frente a este primer poder pedagógico

RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO 20/12/2009

Creo que el primer servicio que la televisión para niños les prestó a los papás y mamás fue aquel número de dibujos animados -de 1963- en el que cuatro niños cantaban: "Va-mos-a-la-ca-ma...", mientras se encaminaban hacia la puerta; debía de ser un apoyo muy eficaz para que los padres mandasen a sus hijos a dormir a la hora en que lo hacían "todos los niños de España", encarnados en los protagonistas de la historieta.

Desde entonces, con las privadas, han aumentado los programas para niños, pero a la vez se ha hecho mucho más frecuente el designio de servicio a los padres, porque se ha constatado hasta qué punto la televisión es el mejor baby sitter o canguro de este mundo.
Buscando el canal idóneo sólo con los dedos, sin mirar, con una significativa espontaneidad y nerviosismo casi automáticos, los padres hacen pensar que han acabado por fijar en su mente una conexión directa, como eléctrica, entre el mando que pulsan en la televisión y el efecto instantáneo de que los niños se queden súbitamente quietos y callados. A los gestores de la programación les ha bastado ver de qué manera los niños se embelesan ante la pantalla, sin apartar ya la mirada, para darse cuenta de la facilidad de la función que los padres les asignan y, por tanto, del amplio margen que ello les ofrece para rebajar los costos de producción, y, dado que los padres, con tal de tener a los niños quietos y callados, no suelen interesarse, a menudo ni siquiera enterarse, de la calidad de los contenidos, la televisión para niños va descendiendo hacia los abismos de fealdad, de miseria y de abyección de los que no faltan precedentes.
El inmenso poder pedagógico de la televisión predomina hasta tal punto sobre cualquier otra influencia que las de los ámbitos familiar y escolar quedan totalmente anuladas o aplastadas.
La familia, por una parte, se ha dejado suplantar por el socorrido baby sitter o canguro, del que, por lo demás, sigue sirviéndose con ambigua gratitud.
En la enseñanza, el poder pedagógico de la televisión se enfrenta a la debilidad de unas instituciones ya machacadas por las ocurrencias de Gobiernos sucesivos, la más destructiva de las cuales es la que prescribe que los contenidos de enseñanza sean aproximados a la condición y a las circunstancias personales del alumno, a lo que le sea más cercano y familiar: su pueblo, su comarca, sus costumbres... ¡Muy mal! Es el sujeto el que tiene que salir al encuentro del objeto, pues sólo en la separación y en el distanciamiento respecto de lo propio se experimenta el mundo como dueño de sí mismo y el objeto del conocimiento como ajeno, desobediente, inapropiable.
Jamás debió allanarse la separación entre la casa y el colegio, pues esa distancia podría hasta valer como figura del camino de todo conocer.
Pero volviendo a la televisión, las pocas veces que hoy se oye ya decir la palabra "censura", se esgrime al instante cierta "libertad de expresión publicitaria", y aunque suene alucinante como noción jurídica, lo cierto es que si la libertad de empresa y de comercio goza de una total legitimidad, mal podría dejar de ser legítima la publicidad, que se ha erigido, por así decirlo, en "mano visible" del mercado, en instrumento esencial de la economía de crecimiento y no sé si tal vez hasta en motor de la rotación de los planetas.
El resorte principal de la publicidad es, a mi juicio, apelar a la comparación social. Ésta se mueve entre los extremos de "ser más" (en castellano antiguo se decía más claro: "valer más") y de "no ser menos" (en los más pobres barrios de chabolas, al menos en los años cincuenta y sesenta, si una familia le hacía a una niña una primera comunión "cara" -vestido blanco largo, librito anacarado, gran número de invitados, etcétera-, obligaba a los vecinos, cuando a su vez les tocaba, a gastarse lo que tenían y lo que no tenían, para "no ser menos"). Curiosamente, entre los niños la comparación social prende muy pronto.
Al menos hasta hace poco, el objeto paradigmático en el que se ejercía la comparación social entre ellos (y entre los adolescentes) eran las zapatillas de deporte, de difusión mundial (porque hoy todo se imita y se iguala en pocos días a la mayor distancia) y creo que con muchas marcas.
Aquí, mejor que "marca", es más exacto "logo" (Naomi Klein). El logo usurpa y suplanta todo valor de calidad -que es "valor de uso"- y lo trueca por el valor de graduación que en cuanto logo ocupe en el ranking o escala de apreciación de las zapatillas de deporte (que es "valor de cambio").
La comparación social no apela a ningún criterio entre cosas, sino a un criterio entre símbolos, al igual que en los matrimonios de la aristocracia, en los que no se casaban dos personas sino dos apellidos.
Sin duda, la publicidad para los niños es lo que más escandalosamente manifiesta el inmenso poder pedagógico de la televisión, porque consigue dejar una educación permanente. Se dirige a los niños a una edad tan tierna que su receptividad y ductilidad están todavía en un grado que ninguna otra influencia podría contrarrestar. Es ridícula y hasta poco decente la buena voluntad de los que proponen remedios frente a lo que en su fuero interno reconocen por fatídico: así, los que recomiendan que los padres acompañen a sus hijos ante la pantalla para incoarles "espíritu crítico", o los que predican un "consumo responsable". Pero hace ya muchos años que a estos buenos consejos "les ha madrugado", por decirlo en palabras mexicanas, la publicidad, que aún más de madrugada, respecto de la edad, empieza a seducir y acuñar a las criaturas, para que sin resistencia se sometan y queden sometidas de modo perdurable al grado de compulsión y servidumbre capaz de perpetuar la conveniente adaptación.
La publicidad tiene ya acostumbrado a todo el mundo a la congénita deslealtad que comporta el risueño y zalamero encubrimiento del equívoco de toda relación de compraventa por ella misma generada y azuzada.
Tan sólo en torno a las fechas de las fiestas de Pascua hay adultos que levantan unas orejas como las de una liebre, escandalizados y quizás hasta ofendidos por la publicidad de los juguetes dirigida a los niños, en la que la perenne deslealtad publicitaria se transfigura en insidia y felonía.
La fórmula más usada en los anuncios de juguetes creo que suele ser la de un niño que se dirige a otro niño imaginario al otro lado de la pantalla y le habla con voz de niño, metiendo ciertos giros que se pretenden infantiles -o de verdad lo son-, como "qué guay", "colega"... que no es que los haya oído -digo estos dos en concreto-, sino que los pongo como ejemplo.
El niño del anuncio tiene el juguete ahí delante, rindiéndole toda clase de alabanza; y a veces no es suyo todavía, sino que está en la tienda, como para ponerse en la misma situación que el niño espectador, porque la insidia incluye el que el fabricante y el publicitario cuenten con que los niños que han visto el ansioso deseo del niño del anuncio se lo pidan a sus padres con las más ardientes, implorantes e interminables súplicas, sin que los padres encuentren otra respuesta que "es muy caro, hijo mío, es demasiado caro, es un gasto que absolutamente no nos podemos permitir".
Lo que más me subleva de semejante mecanismo comercial es que el que trata de hacerse el simpático a través de la voz de un niño contratado por la agencia, imitando incluso clichés atribuidos al habla de los niños, ese que así trata de hacerse el simpático, repito, no es otro que un empresario, fabricante de juguetes, dispuesto a cualquier cosa para despachar su mercancía, siempre legitimado, eso sí, por la ya más arriba mencionada "libertad de expresión publicitaria".

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Television/ninos/elpepuopi/20091220elpepiopi_10/Tes

Rafael Sánchez Ferlosio, premio Nacional de las Letras Españolas 2009, es escritor.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Denuncia en prensa de Jesús López

El diputado regional, Jesús López, considera inaceptable que el Gobierno regional deje a 17.000 alumnos de 5º de Primaria, fuera del Programa Escuela 2.0 “exclusivamente por razones partidistas”.
López lamentó que de 17 Comunidades autónomas, sólo tres (Madrid, Valencia y Murcia, las tres gobernadas por el PP) se quedarán fuera. De esta forma, los fondos reservados para Murcia irán a otras regiones por la negativa del Gobierno regional a firmar el convenio estatal.
Considera inadmisibles las razones de la Consejería de Educación para poner en marcha el programa Escuela 2.0, basadas en los costes económicos y en la necesidad de hacer “experimentos piloto” previos. El diputado alegó que “precisamente los malos resultados del experimentalismo y el despilfarro, han sido seña de identidad en materia de gestión y de implementación de nuevas tecnologías en la estructura educativa pública de la región de Murcia”.
En este sentido señaló que desde el primitivo Programa Plumier, cuyo principal resultado ha sido la acumulación de chatarra informática en los centros, hasta la Plataforma PLUMIER XXI, en permanente experimentación, “no ha habido más que desatinos”.

En estos momentos, PLUMIER XXI, que incluye escolarización de alumnos, la gestión de faltas de alumnos, tutorías, elaboración de horarios, evaluaciones…, “tendría que estar implantado en la mayoría de los institutos y sólo lo está en una parte de ellos y con problemas de funcionamiento, que se ponen de manifiesto con mayor crudeza en determinados momentos, como en la época de evaluaciones en la que están inmersos muchos de nuestros centros ahora”, declaró.
Y todo ello con un enorme gasto. Jesús López manifestó que las últimas contrataciones que salieron a licitación el pasado mes de noviembre, destinadas a diverso material audiovisual e informático, a electrónica de red, contratos de software o a sistemas de almacenamiento, ascienden a más de 3 millones de euros, a cargo de las cuentas regionales.
A lo que habrá que sumar otros 2,4 millones de euros que salieron a contratación en los pasados meses de junio y julio; además de un contrato de 3.900.000 en varias anualidades para el mantenimiento de los sistemas informáticos de los centros. “A pesar del elevado número de asesores informáticos existentes en la propia Administración regional. En total unos nueve millones de euros en los últimos 6 meses”, denunció.

Frente a esto, el Programa Escuela 2.0, “que no se implantará en Murcia por decisión del Gobierno regional, se basa en experiencias de programas ministeriales, de programas autonómicos e incluso de otros países y en cuya elaboración han participado expertos de diferentes administraciones”, apostilló.
El diputado advierte que la negativa a firmar el convenio para la implantación del Programa Escuela 2.0, “provocará un importante atraso para nuestros alumnos respecto a los de otras comunidades autónomas, así como la renuncia a los cerca de 4 millones de euros de fondos ministeriales. “Consideramos que es un castigo que las familias no se merecen”, finalizó.

martes, 1 de diciembre de 2009

Esos saberes irrelevantes

En algún lugar vi la noticia, un breve, una curiosidad, una anécdota sin importancia. Lamenté que fuera tan escueta, me habría gustado conocer más detalles del asunto, no tan baladí para mí como para quienes lo recogieron. Al parecer, una joven española, aspirante a ganar el certamen “Reina Hispanoamericana 2009″, al preguntársele por el año en que Colón descubrió América, contestó que “en 1780″. Da curiosidad saber por qué diablos eligió esa fecha disparatada, en vez de responder “No lo sé”, que habría resultado más disculpable. ¿Por qué 1780? ¿Cómo creerá la joven que era el mundo en ese año? ¿Sabrá que pertenece al siglo XVIII o ni siquiera le habrán enseñado cómo calcular los siglos? ¿Sabrá lo que es un siglo? Si hubiera dicho “1789″, podríamos pensar que se confundió de fecha célebre. Pero, ¿1780? En verdad un arcano. La noticia añadía algo, quizá más sintomático y revelador todavía: se conoce que a la muchacha le quisieron sacar los colores por su metedura de pata en un programa de TVE, pero ella se defendió con desparpajo y afirmó: “Es irrelevante saber eso”.
Es fácil no conceder importancia a la cosa y consolarse con la asentada idea de que todas las misses y aspirantes a tales son ignorantes por definición y tontas de baba. Sus grititos, sus llantos y sus obviedades han sido parodiados hasta la saciedad en películas y programas de humor. ¿Qué se puede esperar de una miss? Ya se sabe. Pero la joven en cuestión era probablemente una chica normal hasta hace cuatro días. Habrá ido al colegio como cualquiera, y quién sabe si no habrá terminado su bachillerato o su ESO o como quiera que se llame ahora. Habrá llegado a sus dieciocho o veinte años con alguna instrucción, y la prueba es que le viene a la cabeza la palabra “irrelevante”, algo que en nuestro tiempo no está al alcance de todos. Yo me temo que sus dos respuestas, la de 1780 y la de la irrelevancia, las podrían haber dado numerosos jóvenes que nada tuvieran que ver con concursos de belleza y no pocos adultos actuales, entre ellos, sin duda, algunos de los periodistas televisivos que le quisieron sacar los colores, sólo que a ellos no se les hacen esas difíciles preguntas con cámaras delante.
“Es irrelevante saber eso”. En cierto sentido no le falta razón a la candidata a “Reina”, porque lo mismo opinaron, a buen seguro, cuantos profesores tuvo en su vida y los responsables de Educación -gubernamentales y autonómicos- de las últimas dos o tres décadas, que han hecho todo lo posible por convertir a España en una sociedad de iletrados, de ignorantes ufanos de su ignorancia, de primitivos duchos en tecnología; así como un buen número de progenitores, que se han dedicado a exigir a los docentes que enseñen a sus vástagos “cosas prácticas”, que les sirvan para ganarse la vida en el futuro, y no pierdan el tiempo con lo “irrelevante”. ¿Sirve de algo el latín, una lengua cadáver? ¿Sirven las matemáticas, cuando tenemos calculadoras que nos dan el resultado de cualquier operación en el acto? ¿Sirven la gramática, la sintaxis y la ortografía, si da lo mismo cómo se hable y se escriba? ¿Sirve conocer la historia, si basta con buscar en Internet para averiguar al instante quién fue tal personaje o qué pasó tal año? ¿Sirve la geografía, si cogemos aviones que nos trasladan a cualquier sitio en unas horas y nos trae sin cuidado el trayecto? ¿Sirve algo de algo? ¿Y qué es, pues, “lo práctico”? Tal vez sólo aprender a manejar el ordenador y la calculadora. En realidad, ¿para qué es necesario ir a la escuela? ¿Para tener una idea del mundo, del pasado de la humanidad, de la historia del arte y de las religiones, de la evolución de las ciencias, de nuestra anatomía, de los textos que se han escrito, de la multiplicación y la división y la suma y la resta, del círculo y el triángulo? Nada de eso es “práctico” ni ayuda a ganarse la vida, no digamos a ser Reina Hispanoamericana. Y sin embargo…
La educación no son sólo conocimientos y datos. Es parte esencial de lo que solía llamarse “formación”, esto es, la conversión de los individuos en personas, no en seres animalescos que caen en el mundo sin tener noción de lo que hubo antes que ellos, incapaces de asociar dos hechos, de distinguir entre causa y efecto, de articular dos frases inteligibles, de pensar y razonar, de comprender un texto simple. Esta es la clase de ser que cada día abunda más en nuestra sociedad intelectualmente rudimentaria. El problema es que, por algún misterio, a la postre esos seres no resultan “prácticos” ni se pueden ganar la vida, la vieja aspiración de sus ya embrutecidos padres. No es raro ver en la televisión a jóvenes y no tan jóvenes que dicen en estos tiempos de crisis: “Yo no quiero estudiar, lo que quiero es que me den un trabajo para ganar dinero”. A menudo tienen tal pinta de cabestros que me descubro pensando con pena: “Pero, hombre de Dios, ¿cómo te va a dar nadie un trabajo si es obvio que no te han enseñado nada y que aún no sirves ni para pegar un sello? Si yo fuera un empresario, no te contrataría”. Me temo que los que lo sean pensarán otro tanto: “No necesito a un animal tecnológico, que sepa darle a las teclas según se le ordene, pero sin tener ni idea de lo que hace. No necesito a una persona incompleta. Tráiganme a alguien civilizado, con conocimientos irrelevantes, de los que permiten desenvolverse en el mundo”.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 29 de noviembre de 2009